NO LO SOÑÉ; 20 AÑOS DESPUÉS: Los Fundamentalistas en Montevideo
Llegó el sábado 5 de abril, llegaron los Fundamentalistas.
La energía estaba a flor de piel, pero lo que realmente marcaba la noche era la atmósfera que se respiraba desde antes. Hacía solo una semana, el clima había cambiado rotundamente; se puso muy fresco, pero eso no importó aquella noche era de fiesta. Desde temprano, en los alrededores, ya se vivía el clima ricotero. Al pasar a buscar mi acreditación (cerca de las 18:00), ya se sentía el fervor en el aire. Allí estaban los hermanos argentinos, que de a miles, habían cruzado la frontera y recorrido muchos kilómetros, para gozar de unas horas de éxtasis. La conexión con el Indio y su banda no entiende de distancias ni de fronteras. La misa ricotera se vivía desde ya, en la calle, en las caras. Cada uno con su historia, pero todos ahí con un mismo propósito: rendir culto a los sonidos que marcaron generaciones.
Entre empujones y sonrisas cómplices, me fui cruzando con varios amigos y conocidos, todos con la misma chispa en los ojos. No hacía falta más: la magia de los Fundamentalistas estaba en por comenzar, es increíble como uno se siente parte de algo más grande.
21 horas y pocos minutos, aparece el l **Indio Solari** en las pantallas gigantes desde el principio.
Aunque estaba lejos del escenario, su presencia era palpable en cada rincón del lugar. Su imagen, casi mística, nos acompañaba desde el primer acorde. Ese momento, cuando lo vi ahí, no pude evitar pensar que, sin importar la distancia física, su alma estaba conectada con todos los presentes y que de alguna manera u otra nuestros cantos y saltos también llegaban a el.
La experiencia se volvió aún más especial porque estuve acompañado por mi hijo mayor, Benja, de 14 años. Fuimos juntos, y fue alucinante poder compartir las vibras de la música con él. Verlo agitando por completo cada tema, dándolo todo, con esa energía pura que solo los jóvenes tienen, fue algo que jamás olvidaré. Lo que me llamó la atención también fue la gran cantidad de gente joven que había en el lugar, toda una nueva camada ricotera. Era emocionante ver cómo la música del Indio y los Fundamentalistas había trascendido generaciones, y cómo esos chicos, muchos de ellos en su primer show, vivían cada tema con una pasión tan intensa como la de los más veteranos.
De cara al escenario, la luna parecía iluminar el espacio, como si también ella fuera parte del público, mirando junto a nosotros el despliegue de música y pasión. La luz de la luna, cálida y serena, contrastaba con la energía de la multitud, creando una atmósfera mágica que, de alguna manera, hacía que todo fuera más especial. Mientras la música nos envolvía, un detalle que no pude dejar de notar: el cielo, que 20 años atrás se había nublado y había llovido durante el primer show de los Fundamentalistas en Montevideo, ahora estaba despejado, como si el destino nos hubiera concedido la noche perfecta para disfrutar. Y así, entre canciones que se sentían como himnos y recuerdos compartidos, celebramos juntos algo más grande: los 20 años de la primera vez de los Fundamentalistas en Montevideo. Un aniversario que se respiraba en el aire, con cada acorde que llegaba a nosotros No solo estábamos festejando una noche de música, sino el paso del tiempo, las huellas dejadas por la banda en nuestra ciudad, y lo que significaba estar allí, todos juntos, viviendo ese momento de historia viva. La alegría no solo era nuestra; se sentía en cada nota, en cada sonrisa en la complicidad con los músicos y con los otros miles que allí estábamos
El sonido fue impecable, claro, profundo, como si cada nota hubiera sido cuidadosamente colocada en su lugar, dándonos un espectáculo que fue mucho más que un show.
La noche llego a su fin, pero no de cualquier manera. El cierre fue tan sublime como enérgico, como siempre. La banda, imparables, nos llevó hasta el último acorde con *"Jijiji"*, esa explosión de energía y emoción que se siente en cada rincón del lugar. Y nosotros, sin pensarlo, dejamos todo en el pogo, entregados al sonido, a la adrenalina, a la magia de estar viviendo ese momento. No importaba el cansancio, no importaba el tiempo: Y, con ese final explosivo, supimos que habíamos vivido algo que no se olvidaría jamás.
Gracias Indio, gracias Fundamentalistas, violencia, es mentir
Por Sebastián "Pez" Pérez
Fotos: Coca RMS













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