Ocho años después, Sirenia volvió a Argentina y Buenos Aires los recibió con los brazos abiertos
El metal sinfónico tiene un público fiel en Argentina, y Sirenia lo sabe. Luego de ocho años de ausencia en el país, la banda noruega volvió con todo el miércoles 19 de marzo en Uniclub, entregando un show que repasó las distintas eras de su carrera y demostró que su propuesta sigue tan vigente como el primer día.
Desde su debut en tierras argentinas en 2010 con The 13th Floor y su entonces flamante vocalista Ailyn, pasando por su regreso en 2011 con The Enigma of Life y aquella última visita en 2017 con Emmanuelle Zoldan al frente y el disco Dim Days of Dolor bajo el brazo, Sirenia ha sabido construir una relación especial con su público local. Y esta vez, la espera valió la pena.
Un arranque de alto vuelo con Bloodparade
La noche arrancó con Bloodparade, una banda local que, desde sus comienzos, ha sabido fusionar elementos del nü metal, el metal industrial y el gótico. Con una puesta en escena atrapante, un set de 40 minutos y una presencia arrolladora, lograron encender al público de Uniclub desde el primer tema.
Las luces del escenario y el juego de sombras sobre el escenario crearon una atmósfera hipnótica, mientras la voz de Brenda Cuesta transitaba sin esfuerzo entre registros limpios impecables y guturales feroces, al nivel de cualquier referente internacional del género. No es descabellado comparar su rango vocal con Tatiana Shmailyuk de Jinjer, ya que su versatilidad dejó boquiabiertos a más de uno. La banda sonó compacta y poderosa, con un sonido que combinó pasajes electrónicos con riffs demoledores.
El cierre de su presentación dejó el clima ideal para lo que venía: la tan esperada vuelta de Sirenia a Buenos Aires.
Sirenia: un viaje por todas sus eras
Eran aproximadamente las 22:10 cuando se apagaron las luces y el público estalló en gritos. Con una introducción atmosférica que envolvía el recinto, Sirenia salió a escena para dar comienzo a un setlist que, desde el primer acorde, dejó en claro que la banda estaba dispuesta a entregar una experiencia completa.
La apertura con “Addiction No. 1” marcó el tono de la noche: un sonido envolvente y perfectamente equilibrado, donde las pistas orquestales y los coros aportaron el dramatismo característico de la banda. A pesar de la ausencia de un bajista en vivo, el sonido jamás se sintió vacío; al contrario, la potencia de las guitarras y la batería llenaron cada rincón de Uniclub.
El show fue un recorrido por toda la discografía de Sirenia, pasando por discos como Dim Days of Dolor y Riddles, Ruins & Revelations, sin olvidar los clásicos de sus primeras épocas. Canciones como “The Last Call” y “Lost in Life” fueron recibidas con euforia, mientras que la oscura “In Styx Embrace” transportó a la audiencia a un mundo de misterio y fatalidad, con la alternancia entre los guturales de Morten Veland y la voz etérea de Emmanuelle alcanzando su punto máximo.
Uno de los momentos más impactantes de la noche fue la interpretación de "Nomadic", donde la banda mostró su capacidad para construir atmosferas densas y enérgicas al mismo tiempo. “Voyage, Voyage”, el inesperado cover de Desireless, fue una sorpresa que generó una ovación espontánea y demostró la versatilidad de la banda para llevar una canción pop al terreno del metal sinfónico.
Para el cierre, el setlist reservaba tres himnos que hicieron vibrar Uniclub: "My Mind’s Eye", "The Other Side" y la infaltable "The Path to Decay", que desató un mar de brazos en alto y coros a todo pulmón.
Conexión, energía y entrega total
Si algo quedó claro a lo largo del show, es que Sirenia no solo entregó un recital impecable en lo musical, sino que también construyó un vínculo genuino con el público. A lo largo de la noche, Morten y Emmanuelle no dejaron de interactuar con los asistentes, sonriendo, haciendo gestos de agradecimiento y disfrutando del fervor de los fans.
El calor del público argentino se hizo notar en cada estribillo coreado y cada aplauso sostenido entre canciones. En más de una ocasión, la banda se tomó un momento para absorber la energía de la sala, visiblemente emocionados por la respuesta de la gente.
Cuando las luces finalmente se encendieron y los acordes finales de The Path to Decay se desvanecieron en el aire, quedó claro que esta noche quedaría grabada en la memoria de todos los presentes. Ocho años de espera habían llegado a su fin con una presentación arrolladora, llena de emotividad, poder y la magia sinfónica que solo Sirenia sabe entregar.
Conclusión: un regreso triunfal
El recital del 19 de marzo fue la reafirmación de que Sirenia sigue siendo una banda esencial dentro del metal sinfónico. Con una propuesta sólida, un sonido impecable y un público entregado, lograron una noche inolvidable que, sin dudas, dejó a sus fans esperando con ansias su próxima visita.
Ojalá no tengan que pasar otros ocho años para volver a verlos en suelo argentino.
Crónica escrita por Andrés Ortiz
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